La vida siguió su curso y nuestro amigo seguía trabajando, como de costumbre, en la carpintería. Por el pequeño radio de bulbos que funcionaba a baterías nuestros amigos se enteraban de las noticias, sobre todo de , seguían con interés todo lo referente a la segunda guerra mundial, que un año antes , había estallado en Europa; las noticias eran alarmantes infundiendo temor entre las buenas gentes del lugar. Todos se preguntaban, con cierto miedo, cuando llegaría México, y si fuera el caso, si se verían obligados a pelear.
El presidente municipal, el doctor, el maestro de la escuela y el párroco, constantemente se veían en apuros para explicar a más de uno, lo lejos que estaban los campos de batalla, la improbabilidad de que la lucha se trasladara al país y mas localmente, a esa comunidad. Lupe a duras penas, merced a sus escasos estudios, (solamente cursó hasta el cuarto grado de la educación primaria), tenía los mismos apuros al tratar de explicarle a sus padres y hermanos, de la situación de México con respecto a la conflagración. Huelga decir que tampoco él estaba muy convencido de las explicaciones recibidas del maestro de la escuela; pero tampoco se trataba de alarmar a los suyos, por tanto, cayó sus temores en beneficio de la tranquilidad de los suyos.