"LA HISTORIA ORDINARIA DE UN HOMBRE ESTRAORDINARIO"

UN HOMENAJE PÓSTUMO A MI PADRE

miércoles, 20 de octubre de 2010

Capítulo X: "La vaquería."

Así transcurrió toda la tarde, entre risas, bromas y convivencia con la familia y compañeros de trabajo. Al caer la noche, todos se dirigieron a  la plaza principal para participar en la fiesta.
 La vaquería estaba en sus inicios cuando nuestros amigos se integraron a la romería."Lupe", poco habituado a los bailes "se las vió negras" para seguir los pasos de baile de una muchacha, que sin previo aviso, le jaló y obligó a entrar a la pista de baile.

El muchacho, rojo como una amapola, trataba de bailar con más pena que gloria. Sus torpes pasos causaban la hilaridad de su compañera de baile a la que, sin embargo, poco le importó la provervial torpeza de su compañero, comparado con la envidia que estaba despertando entre sus amigas.

sábado, 24 de julio de 2010

capítulo IX: “La procesión”.

La vida siguió su curso y nuestro amigo seguía trabajando, como de costumbre, en la carpintería. Por el  pequeño radio de bulbos que funcionaba a baterías nuestros amigos se enteraban de las noticias, sobre todo de , seguían con interés  todo lo referente a la segunda guerra mundial, que un año antes , había estallado en Europa; las noticias eran alarmantes infundiendo temor entre las buenas gentes del lugar. Todos se preguntaban, con cierto miedo, cuando llegaría México, y si fuera el caso, si se verían obligados a pelear.
El presidente municipal, el doctor, el maestro de la escuela y el párroco, constantemente se veían en apuros para explicar a más de uno, lo lejos que estaban los campos de batalla, la improbabilidad de que la lucha se trasladara al país y mas localmente, a esa comunidad. Lupe a duras penas, merced a sus escasos estudios, (solamente cursó hasta el cuarto grado de la educación primaria), tenía los mismos apuros al tratar de explicarle a sus padres y hermanos, de la situación de México con respecto a la conflagración. Huelga decir que tampoco él estaba muy convencido de las explicaciones recibidas del maestro de la escuela; pero tampoco se trataba de alarmar a los suyos, por tanto, cayó sus temores en beneficio de la tranquilidad de los suyos.

domingo, 4 de abril de 2010

Capítulo VIII: “El misterio”

Pasaron los meses rápidamente y nuestro amigo seguía con la fabricación de ataúdes “a la medida” y con los traslados de los cadáveres al panteón ya con la carreta de dos ruedas.

Poco a poco la epidemia remitió hasta casi desaparecer pero el daño ya estaba hecho; la tercera parte del pueblo había fallecido y la gente que se había salvado aún estaba muy débil para retomar sus tareas cotidianas. Lógicamente, al no trabajar, el dinero empezó a escasear; trabajo había, pero trabajadores no y una crisis económica se desató en aquel poblado situado al sur del Estado de Yucatán.

domingo, 21 de marzo de 2010

Capítulo VII. "Cortejo fúnebre"

El muchacho pronto aprendió, en un principio, a fabricar sillas. Poco a poco sus trabajos fueron perfeccionándose hasta dominar por completo la fabricación de esos muebles. Para entonces, el viejo carpintero que se encargaba de la fabricación de los ataúdes falleció y nadie quería hacer ese trabajo pues entre las obligaciones del obrero estaba el ir a la casa del difunto a tomarle las medidas para el féretro en medio del llanto y los rezos de los deudos.

Como "Lupe" era el más "nuevo", en él recayó la responsabilidad de ese, para los otros, desagradable trabajo. Nuestro amiguito no tenía ni idea de como hacerlo pero bajo la guía y supervisión del capataz pronto aprendió los "gajes" del oficio. Pasaron algunos meses y nuestro amigo se hizo experto en esos menesteres. Al principio fue muy duro al grado que "Lupe" no podía dormir de la impresión por estar, casi todos los días, en contacto con los cadáveres.

martes, 16 de marzo de 2010

Capítulo VI: “Hacia el campamento chiclero”

Ya con el abasto seguro para algunas semanas, los campesinos se dedicaron a trabajar sus tierras y Justo no fue la excepción. Con las semillas que habían conseguido confiaban en conseguir una buena cosecha; pero el destino tenía otros planes.

Después de laborar en su milpa, nuestro amigo se dedicaba a buscar trabajo; ya sea de albañil, peluquero, de cargador, en fin, hasta de domador de caballos  si se ofrecía la oportunidad; todo con tal de llevar algunos centavos a su casa para mantener a su familia; pues, si bien es cierto, que el maíz era gratuito y le daban su diaria ración en palacio municipal, lo demás tenía que pagarlo.

Terminaron de sembrar y esperaron la época de lluvias, pero esta nunca llegó; en su lugar se presentó una intensa sequía como no se había visto desde hacía ya muchos años; esto obligó a nuestros amigos a redoblar esfuerzos y regar en forma más constante las milpas, en un intento desesperado de salvar el alimento futuro de sus familias.

martes, 9 de marzo de 2010

Capítulo V: "El acaparador"


Así pasó una semana y las existencias de granos básicos en la tienda poco a poco mermaron por lo que el tendero, muy a su pesar tuvo que disminuir la cantidad que le correspondía a cada familia con la esperanza de que en cualquier momento llegara la mercancía como regularmente sucedía todos los fines de mes.

A duras penas esa acción le permitió al pueblo, digamos "mal comer", por cinco días mas. Llegado el momento el tendero se entrevistó con el alcalde y le hizo saber de la crítica situación por la que atravesaría el pueblo si no conseguían alimentos.

El alcalde convocó a los pobladores a una junta urgente en la plaza principal y les comunicó de la grave situación. Nuestro amigo Justo. Al escuchar aquello sugirió: --"En vista de que con la quemazón de las milpas y las miles de langostas muertas ya se habrán abonado las tierras, podríamos adelantar las siembras".Finalizó.

A muchos les apreció buena la idea y a otros no tanto y empezó la discusión:

--No es lógico pensar en sembrar porque ¿como podemos pensar en echar las semillas a la tierra mientras nuestros hijos se mueren de hambre?".

Alguien contestó: --"Pero si no sembramos y nos comemos las semillas, ¿de que vamos a alimentar a nuestros hijos después?, yo opino igual que Justo, vayamos a sembrar aprovechemos el desmonte y el abono."

De uno y otro bando campeaban las razones, muy válidas por cierto, pero con discutir no se solucionaba nada, así que el párroco del pueblo reclamó silencio y propuso lo siguiente:

sábado, 6 de marzo de 2010

Capítulo IV: "La plaga"

Ese mismo año, a finales del mes de Septiembre nacía Maria. El acontecimiento llenó de felicidad a toda la familia; a diferencia del nacimiento de “Lupe”, el de María no tuvo ninguna complicación y transcurrió de manera tranquila. La carita risueña de “Lupe” dejaba ver sus emociones y alegrías al mirar con curiosidad a su nueva hermanita.
Llegó el mes de Octubre y con él, la época de levantar la cosecha y preparar la tierra para la siguiente. Esa época era la más esperada por los agricultores y también la de más trabajo para los mismos pues tenían, prácticamente, que vivir en sus milpas para cuidar las cosechas de los animales que pudieran comerlas. Todos los agricultores se quedaban a dormir en sus parcelas a la espera del día en que pudieran levantar la cosecha.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Capítulo III; "La cacería"

El tiempo siguió su curso. Justo, con la ayuda de sus dos hijos mayores (siete y ocho años), concluyó con la siembra de temporada de maíz de su milpa.

Diariamente, muy de mañana nuestro amigo se daba a la tarea de llenar el tanque de agua con ayuda de una bomba de veleta empotrada al brocal de pozo; una vez lleno el depósito inmediátamente quitaba los tapones de la base y procedía a llenar, por gravedad, con el concurso de unos canales las piletas mas pequeñas que se encontraban a lo lejos y en puntos estratégicos, para después una vez llenas, cubeta en mano se daba a la tarea de regar las plantas; era una tarea bastante pesada que lo llevaba la mayor parte del día para luego revisar las plantas en busca de plagas y deshierbar la hierba mala que siempre crecía como maldición de un día para otro y así era todos los días.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Capítulo II: "Una navidad muy especial"

El cabo de tres meses, el niño fue bautizado con el nombre de José Guadalupe en memoria de su abuelo paterno. A pesar de las privaciones el niño fue creciendo sano y fuerte y muy despierto para su edad.
Rápidamente se ganó la simpatía de sus vecinos y era la adoración de sus padres y sus hermanos razón por la cual la mayoría de las veces le disculpaban sus travesuras bajo el argumento: -“Es un niño; no sabe lo que hace”.
Muchas veces, a raíz de sus travesuras, Brígida se veía obligada a ponerle “dos buenas nalgadas” con el propósito de corregirle, pues además de travieso era muy terco y no obedecía las órdenes de su madre. Muchas veces Justo discutió con ella por que no le gustaba que le pegara al niño.

jueves, 18 de febrero de 2010

Capítulo I: " El nacimiento."

Era un día como cualquier otro en el pequeño poblado de Tekax, situado al sur del Estado de Yucatán, México.

Ese 19 de Abril del año 1931, muy temprano, Justo salió rumbo a la milpa preocupado por su esposa Brígida pues faltaba realmente poco tiempo para que esta diera a luz. La preocupación de Justo estaba más que justificada porque le había oído quejarse durante toda la noche.
El le pregunto varias veces sobre sus dolores, pero ella le decía siempre que no se preocupara, que ya pasaría, que se esté tranquilo porque le faltaba mucho para dar a luz. El sabia que su esposa mentía y que se estaba aguantando los fuertes dolores, pero decidió no llevarle la contraria aunque eso no le quitaba la preocupación. Por fin llego el alba y a regañadientes, después de desayunar, Justo, muy preocupado por ella, salió a trabajar su pequeña parcela.

La mañana estaba realmente bella. la vida renacía después de una lluviosa noche primaveral que había dejado limpio y perfumado el campo. Aquí y allá se miraban ramilletes de flores de muy variados colores; los pájaros, en raudos vuelos cruzaban el limpido cielo azul alegrando con sus melodiosos cantos aquella agradable mañana.
Pero nuestro amigo, ensimismado en sus preocupaciones no se daba cuenta de la belleza del día y rápidamente, llenando del aire fresco sus pulmones, dio un profundo suspiro de resignación y continuó su camino.