"LA HISTORIA ORDINARIA DE UN HOMBRE ESTRAORDINARIO"

UN HOMENAJE PÓSTUMO A MI PADRE

domingo, 4 de abril de 2010

Capítulo VIII: “El misterio”

Pasaron los meses rápidamente y nuestro amigo seguía con la fabricación de ataúdes “a la medida” y con los traslados de los cadáveres al panteón ya con la carreta de dos ruedas.

Poco a poco la epidemia remitió hasta casi desaparecer pero el daño ya estaba hecho; la tercera parte del pueblo había fallecido y la gente que se había salvado aún estaba muy débil para retomar sus tareas cotidianas. Lógicamente, al no trabajar, el dinero empezó a escasear; trabajo había, pero trabajadores no y una crisis económica se desató en aquel poblado situado al sur del Estado de Yucatán.

“Lupe” se vio en la necesidad de salir a recolectar frutos y raíces para poder llevar algo de comer a su familia, pues los pedidos de muebles en la carpintería eran pocos a raíz de la crisis. A sus escasos quince años, ya se había convertido, obligado por las circunstancias, en un excelente recolector de toda clase de frutos y raíces comestibles, además de  un buen rastreador de huellas de animales por los cercanos montes.  Sabía donde y como poner las trampas, ideadas por él, en la boca de las madrigueras de los conejos y los “huechitos”  (armadillos). Muchas noches, nuestro amigo, las pasó en soledad por los montes cercanos con tal de conseguir algo de comer para su familia.

En una de tantas veces que “Lupe” salió de cacería armado con el viejo rifle de su padre, lo hizo acompañado por varios de sus vecinos. Esa tarde, al llegar a la orilla del cerro, nuestro amigo reconoció las huellas de un venado a la vera de una brecha y se pusieron de acuerdo para armar la “batida” y dar caza al animal. Se repartieron por el terreno avanzando en forma de abanico; los rastreadores iban intercalados entre cada tres o cuatro cazadores (eran quince hombres), y eran los encargados de orientar a los demás, sobre el rumbo que tomara el animal si así sucediera.

Todos se internaron por el monte dejando entre sí una distancia media de unos diez metros.
Esa noche había luna llena por lo que no prendieron las lámparas, era mejor así, porque el animal se asustaría por las luces. El abanico de cazadores se fue abriendo para abarcar mas terreno y “Lupe” perdió de vista a sus compañeros mas cercanos, pero acostumbrado a andar solo no le dio importancia y continuó con su rastreo.

De pronto se escondió junto a un árbol de tamarindo al descubrir, como a treinta metros de él, a un hermoso ejemplar de venado recargado sobre el tronco de un flamboyán, rascándose un costado contra el tronco. Pero no solo él vio al venado; también estaba Agustín escondido detrás de un roble, pero extrañamente, éste no apuntaba hacia el venado sino hacia donde estaba “Lupe”, que al ver aquello, se acostó en el suelo, “por si las dudas”.

Así acostado pecho a tierra, cargó su rifle y apuntó cuidadosamente hacia el venado que veía recargado en el flamboyán; a punto de apretar el gatillo, se escuchó un balazo y el venado salió huyendo internándose en la espesura del monte. “Lupe” se incorporó dispuesto a seguir al animal pero se detuvo al notar que Agustín, yacía tirado junto al roble en medio de un pequeño charco de sangre; la luna llena con su claridad, dejó ver una mancha escarlata en el pecho de Agustín quien moribundo gritaba pidiendo auxilio.

“Lupe” se acercó a ayudarlo y al hacerlo, Agustín le dijo con gran trabajo: --“Lupe”… me voy a morir… creo que fue Gabriel… quien me disparó…yo… quería matar… al venado…que estaba… junto al… tamarindo… “Lupe”… no dejes… que me… muera.-- “Lupe”, muy asustado le dijo: –Agustín, no puede ser, ¡Yo estaba parado junto al tamarindo!, no había ningún venado ahí, el animal estaba junto al flamboyán, yo lo vi. – Agustín, aún agonizante, le aclaró: – No puede ser… junto al flamboyán… estaba parado… Gabriel.—

“Lupe”, aunque asustado,  no le quiso preocupar mas. En esas estaban, cuando se les acercó  Gabriel bañado en llanto y sumamente nervioso se hincó junto al herido y llorando amargamente le suplicó: –Perdóname Agustín, perdóname… por favor… te juro que vi al venado parado aquí… si te hubiera visto… no disparaba… perdóname hermano… perdóname.—

“Lupe”, se asustó aún mas, ¿como era posible, que los tres vieran un venado en el lugar donde se encontraba un compañero?. Agustín, agonizante, con gran trabajo le dijo: –Te perdono… “mano”… te perdono… no fue tu culpa… dile a mis hijos… que lo… quiero mucho… te los… encargo… te los encargo.—

Y dirigiéndose a “Lupe” le suplicó: –“Lupe”, tu eres… testigo… fue accidente… no culpen… a Gabriel…te lo…suplico… no lo culpen… júrame… que no… lo culparán… júramelo… júrame…— Y en ese instante, falleció.

“Lupe”, respetuosamente le cerró los ojos y se puso a rezar como le había enseñado su madre cuando tenía algún problema o cuando estaba muy asustado:

–”Papá Dios, no se cual es mi destino pero lo acepto como tu lo escribiste. Te pido por Agustín, recíbelo en tu casa y dale fuerzas a su familia porque lo van a extrañar, también dale consuelo a Gabriel, si Agustín lo perdonó, también que lo perdonen los demás; ahora Papá Dios, recibe mis oraciones para que acompañen a Agustín hasta tu presencia… Padre nuestro, que estás en los cielos…”--

Poco a poco los demás cazadores se fueron reuniendo en torno al cadáver y se unieron, respetuosamente a las oraciones del apesadumbrado y lloroso muchacho. Gabriel se encontraba sentado sobre una piedra, rodeado de algunos cazadores quienes estaban, recriminándole unos, defendiéndole otros hasta que “Lupe”, terminando abruptamente sus oraciones les encaró:

–¡ Cállense, cállense, ya déjenlo en paz!, ¡Agustín lo perdonó antes de morir y me hizo jurar que todos perdonarían a Gabriel !— Y le contó todo lo sucedido con todo lujo de detalles y de como las últimas palabras de Agustín fueron de perdón. Todos los hombres, avergonzados, le pidieron perdón a Gabriel, aunque este se seguía culpando.

Improvisaron una camilla con algunas ramas, pusieron al cadáver en la misma y tres horas más tarde, una fúnebre comitiva de cazadores depositaba el cadáver a la vista del presidente municipal del poblado.

Se tomaron declaraciones, se levantaron actas, se  detuvo a Gabriel, se avisó a la familia del difunto a la que “Lupe” tuvo que contar toda la historia incluido el perdón para Gabriel; por su puesto, en esos momentos de dolor, la familia rechazó otorgar el perdón; (días mas tarde, mas calmados, comprenderían y cumplirían la voluntad del difunto), pero en esos momentos de ofuscación no se podía esperar otra reacción.

Eran casi las cuatro de la madrugada cuando “Lupe”, entristecido y con las manos vacías, regresó a su casa. Al día siguiente todo el pueblo comentaba el suceso y lo misterioso del caso. Surgieron muchas conjeturas, muchas hipótesis, desde viejos pleitos entre el asesino y la víctima, hasta líos de faldas.

Otros atribuyeron la desgracia a los espíritus del monte y mas específicamente al “Señor del monte”, representado, coincidentemente por un venado. Pasaron las semanas y Gabriel obtuvo el perdón de la familia aunque fue sentenciado a varios años de prisión por homicidio involuntario y trasladado a la penitenciaría de la ciudad de Mérida.

En cuanto al venado que fue causa de la muerte de Agustín, sigue siendo un misterio hasta nuestros días, un misterio mas de las tierras del mayab.

Continuará en el capítulo IX.

Nota: hacer caso omiso de la gramática y la sintaxis; no soy escritor, solo un humilde "escribidor".

6 comentarios:

  1. que grueso estuvo eso de la caceria me imagino el miedo del protagonista al ver de cerca a la parca.

    felicidades sigue escribiendo esta interesante. nos leemos saludos.

    carlos manuel.

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  2. D vras paso eso k skribs???
    y no lo kreo la vdad,
    pero k m importa vdad???
    tienes mucha imagineishon
    sige azi wey, vas vien. XD
    :-) :-S :-P :-[ :-D }:-] X* ;-D :-| :-} :*) :-( ;-) XD

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  3. muy buena historia sigue escribiendo XD

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  4. Gracias a todos por comentar.

    Vuelvan pronto. XD XD XD

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  5. que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue? que sigue?

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Podré no estar de acuerdo con lo que digas, pero defenderé tu derecho a decirlo. Solo te pido respeto, pues también es mi derecho.
"PAZ A LOS BLOGGER´S DE BUENA VOLUNTAD"
Gracias: El hijo de don José.